29 sept 2010

Kvothe

Me llamo Kvothe, que se pronuncia «cuouz». Los nombres son importantes porque dicen mucho sobre la persona. He tenido más nombres de los que nadie merece.
Los Adem me llaman Maedre. Que, según cómo se pronuncie, puede significar la Llama, el Trueno o el Árbol Partido.
La Llama es obvio para todo el que me haya visto. Tengo el pelo de color rojo intenso. Si hubiera nacido hace un par de siglos, seguramente me habrían quemado por demonio. Lo llevo corto, pero aun así me cuesta dominarlo. Si lo dejo a su antojo, se me pone de punta y parece que me hayan prendido fuego.
El Trueno lo atribuyo a mi potente voz de barítono y a la ins­trucción teatral que recibí a temprana edad.
El Árbol Partido nunca lo he considerado muy importante.
Aunque pensándolo bien, supongo que podríamos considerarlo al menos parcialmente profético.
Mi primer mentor me llamaba E'lir porque yo era listo y lo sa­bía. Mi primera amante me llamaba Dulator porque le gustaba cómo sonaba. También me han llamado Shadicar, Dedo de Luz y Seis Cuerdas. Me han llamado Kvothe el Sin Sangre, Kvothe el Ar­cano y Kvothe el Asesino de Reyes. Todos esos nombres me los he ganado. Los he comprado y he pagado por ellos.
Pero crecí siendo Kvothe. Una vez mi padre me dijo que signi­ficaba «saber».
Me han llamado de muchas otras maneras, por supuesto. La mayoría eran nombres burdos, aunque muy pocos eran inmere­cidos.
He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche cami­nos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos.
Quizá hayas oído hablar de mí.

Patrick Rothfuss, El Nombre Del Viento
6 sept 2010

Once again I'm falling

No puedo empezar de nuevo. Otra vez no. Tropiezos y caídas, decepciones, tormentos... Sé a lo que me expongo, pero no sé si quiero correr ese riesgo. Demasiadas veces he arriesgado, demasiadas veces he caído, demasiadas veces me he arrepentido. Pesimista por naturaleza, optimista por convicción propia, dentro de mí se libra una batalla sin cuartel en la que ninguno de los dos bandos ganará. Solo se puede esperar que alguno de los dos caiga rendido, más harto que agotado, fuerte aún pero poco paciente. Habrá que dejar fluir las manos, dejar hablar al corazón sin que la cabeza intervenga con sus visiones de un futuro negro. Olvidar el pasado, vivir el día a día y mirar al futuro a los ojos, con respeto pero sin miedo.
Eso es, sin miedo al dolor, prefiero sentir dolor a no sentir nada, a ser un maniquí que se deja llevar por cuerdas que no son capaces de atravesar su corteza y mover sus sentimientos.


Qué fácil es hablar, y qué dificil es asumir que las palabras se las lleva el viento.

Escuchando: Pain - Three Days Grace

Visitas

contador de visitas

Seguidores