Necesito un descanso, que todo se normalice un poco. Demasiadas cosas en la cabeza, no me dejan pensar todo lo claro que querría... o a lo mejor no quiero tenerlo claro.
Ying, vuelve a tu sitio.

Meses de insensibilidad, de no saber quién soy ni dónde estoy, simplemente seguir la corriente y dejarme llevar. Ahora llegas tú, ¿y qué me dejas? Miedo.
Miedo a que esto no sea verdad. Miedo a que mientas, a que finjas, a que hables por complacer. Miedo a agobiarte, a volcarme demasiado y que te canses de mí. A que algún día termine. Miedo incluso a que nunca haya llegado a empezar.

No soy filósofo.
No soy profundo.
No soy un literato.
No soy poeta.
No soy escritor.
Sólo tengo conexión a Internet.

Te pedí tiempo. Te pedí consultarlo con la almohada. La almohada no callaba y me decía locuras, me convencía de que tenías que desaparecer de mi vida por el bien de los dos, la madrugada se hizo eterna, se llenó de sollozos ahogados. La mañana y la luz del Sol me calmaron, o me acobardaron, no lo sé.
Supe que no podría dejarte, soy adicto a ti, eres mi puta heroína. Necesito rehabilitarme de tus palabras, necesito una metadona, alguien que consiga aplacar el dolor. No me dará el mismo placer que tú... pero me ayudará a sobrellevar tu ausencia.
Tú me pedías correr un tupido velo. Un estúpido velo. Seamos sinceros, las cosas no serán iguales después de esto, por mucho que queramos. Necesito alejarme de ti y necesitas que me aleje de ti. Tu instinto protector no te dejaría hacerme daño, harás como siempre, te sacrificarás por mí como por cualquier otro. Si me equivoco, me alegro de hacerlo. Si estas palabras son ciertas, intenta por todos los medios que no sea así. No puedo perimitir que cargues con otra culpa más.

Escuchando: My heroine - Silverstein