Cuenta atrás, se acaba el tiempo. Momento de dejar volar la imaginación y permitir que los nervios se disparen, volar y caer en picado en cuestión de segundos, construir castillos en el cielo y en la arena, frágiles y volátiles, casi efímeros. Tiempo de balances, cálculos y especulaciones, todo sea por ir bien preparado para todo lo que pueda pasar, con ideas frías y estudiando la situación.
Poco, queda demasiado poco, las horas se me echan encima, tanto que hacer, tantas despedidas, tantas promesas que hacer y tantos sueños a la vuelta de la esquina que el estrés se hace hueco y pugna por inundarme.
Mantengo a ralla la nostalgia como puedo, centrándome en lo que me espera y no en lo que dejo atrás.
Para el que no lo sepa, sí, me voy de viaje al país de la torre Eiffel y el museo del Louvre, el camembert y las crêpes. Un mes en el que anotaré pensamientos en una libreta, que algún día transcribiré. Sábado 3 de julio, la fecha clave, el día D. Despegue y despedida. Hasta el 1 de agosto.
Hasta pronto.

El valor de las palabras, una palabra equivocada en un momento equivocado puede desatar una guerra sin cuartel, puede provocar la mayor equivocación, dar esperanzas al caído, curar las alas del que no logró ni tan siquiera el despegue.
Cada palabra a su lugar, con su significado y su acepción. Cada uno tiene valor en sí mismo, no rompas los esquemas para expresar sentimientos demasiado fuertes y los uses como excusa. Hay barreras que nunca se podrán romper. Por mucho que aprecies a alguien, no se quiere si no se siente algo más que amistad, no se ama si no se siente algo más que querer. Es como ese pez volador, sueña con ser libre como las aves, volar alto y ver a estas hormigas perdidas que somos las personas desde el aire, pero aunque tenga alas, aunque lo consiga, seguirá siendo pez.


Simple y limpio, nada tan perfecto y sencillo como eso. Si es así, por algo será.

Sinceridad, llave mágica de los sentimientos... Caras de póker vacías y máscaras huecas que parecen calcadas unas a otras, nada que llegue a esa fibra sensible que todos tenemos. Cuando al fin te quitas la máscara, lo ves todo más claro y te das cuenta de que esa fibra está tan solo a centímetros de tus dedos, es tan fácil llegar que dejas que todo fluya, que la marea sea quien la traiga a ti. Quizá no valga mucho la sinceridad encubierta en píxeles y bytes, pero al fin y al cabo lo haces. Te ahorras el trago de esperar un gesto, un atisbo de sonrisa o una mueca de indecisión que parece tardar la eternidad y más.


Cobarde, puede, pero en cierto modo mas valiente que el que miente sin más.

Ya has movido tu ficha, ya has jugado tus cartas. Ahora no sirve de nada arrepentirse, acata tus decisiones. Si muestras resignación, no entiendo por qué te abruman tanto las consecuencias. Deberías haberlas aceptado cuando tomaste ese camino que llevaba al principio, vuelta a empezar. Lo peor es que arrastrarás a personas contigo, aunque no quieras.
Pero en fin, nunca es demasiado tarde, aún te queda en la recámara una bala que puede romper el círculo y llevarte por otro camino. Úsala, pero no contra ti, abre la puerta que te ayude a escapar. Conociéndote, si pudieras te volarías los sesos con ella, en vez de tratar de romper el círculo intentarías desbaratarlo todo, acabar con él para siempre.
Haz lo que quieras, el tiempo me ha enseñado que es inútil intentar entrar en tu mente o cambiar los designios de tu voluntad, tu destino es solo tuyo y he aprendido a respetarlo a la fuerza. La suerte está echada y solo tú puedes cambiarla, usa bien esa bala.


Escuchando: Never too late - Three Days Grace

Todo se confunde: días, semanas, meses... Llegamos al fin y parece que el principio fue ayer, tan cerca y tan fresco en mi memoria que no puedo creer que hayan pasado nueve meses. Aún recuerdo esa mañana lluviosa, un chico tímido que se enfrontaba al futuro con ganas pero sin fuerzas. Parece mentira que aquello que me impedía hablar haya cedido tan pronto, y le haya dejado entablar tantas amistades y desecharme de otras cuantas que no merecían serlo. Lazos que se estrechan y otros que se separan, como si estuvieran atados con la misma cuerda.
Anécdotas, recuerdos e historias que quedarán en el baúl de la memoria. Quizás caigan al fondo y no vuelvan a salir, pero ahí seguirán. Ahora vienen años rápidos, que no podré controlar, el tiempo se me irá de las manos aún más, como gotas de lluvia que se estrellan contra mi piel y escapan entre mis dedos.
Ojalá llegue el momento en que pueda parar, decir "¡Basta!" y que todo se pare, vivir mi rutina sin preocuparme por malgastar las horas. El estrés me acosa y me presiona, la sensación de que el tiempo es un estorbo para llegar al descanso se convierte en un muro infranqueable. Sólo dos semanas.


Semanas para aprovechar, para recopilar memorias para mi baúl y tener una buena colección de cara al olvido, ponérselo lo más difícil posible. Supongo que no será un "Adiós", al menos un "Hasta luego", pero quiero sentirme satisfecho de decirlo, saber que no hay nada pendiente.

Puede que todo sea pasajero. Puede que esto no sea verdad, que tarde o temprano todo se desmorone. Tantos miedos me atenazan que no puedo ver la realidad. Estoy aquí, en el mundo, un sitio lleno de cosas maravillosas, millones. Es un asco esto del pesimismo, nunca me había parado a pensar en ellas, sólo me fijaba en las pocas miles que hacen que todo parezca negro. Mis miedos siempre estarán ahí, supongo que nunca los superaré. Pero puedo aprender a olvidarlos si me deshago de este velo gris que hace que vea el vaso medio vacío.
Todo evoluciona, cambia y sigue adelante. No puedo quedarme parado, impasible viendo como el mundo avanza y me deja atrás. Lo llaman madurar. Yo lo llamo confundirse. Cuando maduras estudias todas las posibilidades de tus actos, ves cada consecuencia, el principio acción-reacción-repercusión presente en cada momento.
¿Para qué? Sólo me ayuda a ver el lado oscuro de las cosas, y lo peor, sólo tener en cuenta ese lado. Prefiero seguir en mi ignorancia, un niño en un cuerpo cada vez mayor. Soy más feliz. ¿Difícil de creer?


Pregúntale a Peter.

Insensible. Así me siento. Incapaz de expresar mis propios sentimientos, incapaz de reconocerlos. No sabría decir mi estado de ánimo, cómo estoy. Simplemente... estoy. Ni bien ni mal, solo una masa gris que no sé identificar, algo que me libera y me ata, no me deja pensar con claridad y me deja con la sensación de ser demasiado imparcial, demasiado neutro.


Aquí escribo simplemente historias, productos de mi imaginación sin ninguna base. Situaciones y relatos que en su mayoría no son reales ni expresan lo que siento, que dejo correr por mis manos a medida que mi mente crea un mundo a parte, quizá donde yo quisiera estar, quizá de donde me gustaría huir. En un principio creé esto para plasmar un trocito de mi realidad, compartir lo que siento. A partir de ahora, intentaré cumplir ese primer propósito.